Desperté con Jane a mi lado. El vuelo salía a las 7:32 AM y por ser un viaje internacional debería estar 3 horas antes. Un error en el pasaje, me obligo a pagar 100 dólares adicionales, debía aterrizar en Santiago de Chile, no en Ezeiza. Afortunadamente mi papá donó el dinero. La despedida fue triste pero sin drama, Jane aguanto las lagrimas, papá y mi mamá me abrazaron, yo camine sin mirar atrás.
No conocía el área de viajes internacionales, vendían muchas cosas a precios realmente costosos. La aerolínea elegida para llevarme a mi destino era COPA Airlines, me habían ofrecido quedarme hasta las 9 por haber sobrevendido, pero decidí embarcarme finalmente. El boeing 747 estaba completamente lleno, era un viaje de transición hasta Ciudad de Panamá.
Arribé a las 9:05 de la mañana. Baje rápidamente del avión, me sentía incomodo por mis compañeros de asiento, unos semitraquetos, si me permiten el termino. Era una mañana soleada, gente de todo Centro y Suramérica caminaban por el pequeño aeropuerto de Tocumen, yo también lo hacia, miraba de un lado a otro maravillándome por cualquier insignificante detalle.
No conocía el área de viajes internacionales, vendían muchas cosas a precios realmente costosos. La aerolínea elegida para llevarme a mi destino era COPA Airlines, me habían ofrecido quedarme hasta las 9 por haber sobrevendido, pero decidí embarcarme finalmente. El boeing 747 estaba completamente lleno, era un viaje de transición hasta Ciudad de Panamá.
Arribé a las 9:05 de la mañana. Baje rápidamente del avión, me sentía incomodo por mis compañeros de asiento, unos semitraquetos, si me permiten el termino. Era una mañana soleada, gente de todo Centro y Suramérica caminaban por el pequeño aeropuerto de Tocumen, yo también lo hacia, miraba de un lado a otro maravillándome por cualquier insignificante detalle.
La escala era un poco más de 2 horas, por lo cual decidí recorrer una y otra vez el puerto aéreo. El famoso duty free, ofrecía desde consolas Wii hasta baldes de m&ms. Compre una tarjeta para llamar y sorprendí a Jane en el trabajo, le dije lo mucho que la amaba y le prometí que estaría bien. Hice popo por primera vez fuera del país. Espere pacientemente hasta el nuevo llamado de abordaje. Esta vez el avión se veía descomunal.
No tenía compañeros en los asientos junto a mí, lo cual me permitió mirar por la ventana el cielo y el panorama desconocido, y también acostarme tratando de reponer algo de sueño. No recordaba lo que era almorzar jijuemil kilómetros arriba del suelo: lo mismo que abajo. Eran 6 horas las que pasaría en este avión, por eso daban películas que ahora no recuerdo e informes de CNN sobre latinos que triunfan a pesar de ser latinos.
En algún momento de esa tarde las vi por primera vez, impresionantes, majestuosas, imponentes. Era increíble que con mis propios ojos estuviera observando la Cordillera de los Andes, esa misma cordillera que tantas veces mire en los mapas de los textos escolares cuando estaba en la escuela primaria, esa misma que se divide en 3 cuando llega a Colombia (Acá nos cagamos todo).
Al observar que ya no estaban cubiertas totalmente de nieve, recordé VIVEN, pensé que si el avión cayera esta vez no tendría que recurrir al canibalismo con los pocos pasajeros.
La cordillera era emocionante, desee que mi mamá estuviera allí para verla, me prometí a mi mismo llevarla algún día, es una imagen inolvidable que ella merece ver y que como profesora de geografía disfrutará aún mas de lo que yo lo hice. Luego volví a la realidad y me asusto mucho saber que en pocos días estaría atravesándola en un bus. Se veían realmente monstruosas.
Este aeropuerto era maravilloso, eran las 6:50 de la tarde y la noche empezaba a caer. Los pasillos de desembarco tenían grandes ventanales por los cuales se podía ver todo el aeropuerto, era alejado de la ciudad, por lo que no había casas o calles cercanas. Baje las escaleras hacia la salida y cambie 100 dólares eran un poco menos que 200 pesos chilenos. Se me acerco una persona, un conductor de taxi ofreciéndome el servicio de transporte, yo lo saque de una amablemente (desconfiado total=colombiano), igual no sabia a donde ir.
Me dirigí a información y pregunte como usar el teléfono, llame a un número celular tratando de ubicar al S pero falle en mi intento al no recibir respuesta. Mi única opción era P, una chilena con la que nunca había hablado, solamente cruzado un mail pidiéndole ayuda logística. La llame y me repitió algunas indicaciones. Luego de esquivar nuevamente al taxista chileno casi tomo el bus equivocado (iba a Maipu), afortunadamente tenia que comprar el tiquete antes, al menos solo hice el ridículo.
El bus azul se empezó a llenar mientras se dirigía hacia Santiago de Chile (llenar en el sentido normal no como acá en Bogotá), sentando a mí lado un trabajador intentaba dormir mientras yo miraba por la ventana tratando de esconder mis expresiones de desconcierto producto de los nervios y la sorpresa. Cuando el señor estuvo lo suficientemente despierto le pregunte por la parada Héroes lugar donde debía bajar. La respuesta fue afirmativa pero corta.
Una hora de recorrido por calles y avenidas, mi compañero de puesto ya se había bajado por lo que no tuve más remedio que preguntarle a una pareja sentada detrás de mí. Ante mis dudas sobre el sector y la seguridad me dijeron que lo mejor que podía hacer era dirigirme a la estación del metro ya que mis maletas podrían ser demasiado llamativas además que allí había teléfonos públicos. Nos bajamos juntos en la parada indicada por P, pero cada uno tomo su camino.
Con el morral en mis espaldas camine cruzando la Alameda (vía principal de Santiago). Intente no parecer tan turista caminando rápidamente hasta la estación subterránea del metro. Baje siguiendo las indicaciones pretendiendo entender ese sistema de transporte masivo. Di una pequeña mirada a dos carriles enormes y observe a la gente con cuidado, eran iguales a mí, si no fuera por las maletas pasaría desapercibido totalmente. Localice un teléfono publico y llame a P al celular, me dijo que la espera, mientras lo hacia llame al amigo del S y por fin pude hablar con él, le conté con quien me iba a ver y le di el teléfono de P por si algo, quedamos de vernos al día siguiente.
No tenía compañeros en los asientos junto a mí, lo cual me permitió mirar por la ventana el cielo y el panorama desconocido, y también acostarme tratando de reponer algo de sueño. No recordaba lo que era almorzar jijuemil kilómetros arriba del suelo: lo mismo que abajo. Eran 6 horas las que pasaría en este avión, por eso daban películas que ahora no recuerdo e informes de CNN sobre latinos que triunfan a pesar de ser latinos.
En algún momento de esa tarde las vi por primera vez, impresionantes, majestuosas, imponentes. Era increíble que con mis propios ojos estuviera observando la Cordillera de los Andes, esa misma cordillera que tantas veces mire en los mapas de los textos escolares cuando estaba en la escuela primaria, esa misma que se divide en 3 cuando llega a Colombia (Acá nos cagamos todo).
Al observar que ya no estaban cubiertas totalmente de nieve, recordé VIVEN, pensé que si el avión cayera esta vez no tendría que recurrir al canibalismo con los pocos pasajeros.
La cordillera era emocionante, desee que mi mamá estuviera allí para verla, me prometí a mi mismo llevarla algún día, es una imagen inolvidable que ella merece ver y que como profesora de geografía disfrutará aún mas de lo que yo lo hice. Luego volví a la realidad y me asusto mucho saber que en pocos días estaría atravesándola en un bus. Se veían realmente monstruosas.
Este aeropuerto era maravilloso, eran las 6:50 de la tarde y la noche empezaba a caer. Los pasillos de desembarco tenían grandes ventanales por los cuales se podía ver todo el aeropuerto, era alejado de la ciudad, por lo que no había casas o calles cercanas. Baje las escaleras hacia la salida y cambie 100 dólares eran un poco menos que 200 pesos chilenos. Se me acerco una persona, un conductor de taxi ofreciéndome el servicio de transporte, yo lo saque de una amablemente (desconfiado total=colombiano), igual no sabia a donde ir.
Me dirigí a información y pregunte como usar el teléfono, llame a un número celular tratando de ubicar al S pero falle en mi intento al no recibir respuesta. Mi única opción era P, una chilena con la que nunca había hablado, solamente cruzado un mail pidiéndole ayuda logística. La llame y me repitió algunas indicaciones. Luego de esquivar nuevamente al taxista chileno casi tomo el bus equivocado (iba a Maipu), afortunadamente tenia que comprar el tiquete antes, al menos solo hice el ridículo.
El bus azul se empezó a llenar mientras se dirigía hacia Santiago de Chile (llenar en el sentido normal no como acá en Bogotá), sentando a mí lado un trabajador intentaba dormir mientras yo miraba por la ventana tratando de esconder mis expresiones de desconcierto producto de los nervios y la sorpresa. Cuando el señor estuvo lo suficientemente despierto le pregunte por la parada Héroes lugar donde debía bajar. La respuesta fue afirmativa pero corta.
Una hora de recorrido por calles y avenidas, mi compañero de puesto ya se había bajado por lo que no tuve más remedio que preguntarle a una pareja sentada detrás de mí. Ante mis dudas sobre el sector y la seguridad me dijeron que lo mejor que podía hacer era dirigirme a la estación del metro ya que mis maletas podrían ser demasiado llamativas además que allí había teléfonos públicos. Nos bajamos juntos en la parada indicada por P, pero cada uno tomo su camino.
Con el morral en mis espaldas camine cruzando la Alameda (vía principal de Santiago). Intente no parecer tan turista caminando rápidamente hasta la estación subterránea del metro. Baje siguiendo las indicaciones pretendiendo entender ese sistema de transporte masivo. Di una pequeña mirada a dos carriles enormes y observe a la gente con cuidado, eran iguales a mí, si no fuera por las maletas pasaría desapercibido totalmente. Localice un teléfono publico y llame a P al celular, me dijo que la espera, mientras lo hacia llame al amigo del S y por fin pude hablar con él, le conté con quien me iba a ver y le di el teléfono de P por si algo, quedamos de vernos al día siguiente.
P me reconoció inmediatamente, mi gorra amarilla era fundamental en ese objetivo. P es una mujer morena, de pelo crespo y gordita. Me dio un abrazo y me saludo feliz: ¡Hola colombiano! Note de inmediato que su alegría era sincera por lo cual decidí saludarle de manera similar y confiar inmediatamente en ella. Me dijo algo que no entendí pero al repetirlo accedí a acompañarla al instituto donde estudiaba.
Salimos de la estación del metro y caminamos varias cuadras, los andenes pequeños y los carros parqueados a ambos lados de la calle incomodaban nuestro caminar. Me explicó que estábamos en el barrio universitario, era esa la razón por la que solo veía gente joven, los edificios eran grandes aunque viejos. Después de casi 20 minutos caminando llegamos al instituto, eran dos edificios blancos separados por un patio, descanse en una banca mientras P buscaba a alguien. Poco tiempo después llego con un muchacho, un poco mayor que yo de barba y gorra, su profesor. P me presento como "El guerrillero", me dio risa y le dije mi nombre al muchacho, ella me iba a dar posada por lo cual no debería importarme como me dijera.
Fuimos a buscar la bicicleta del profesor, por el camino probé la sopaipilla (una especie de arepa de huevo sin huevo), entramos a varias facultades, colegios o institutos privados donde pude ver mejor las mujeres chilenas, se me hicieron iguales a la estudiante promedio de la Universidad Nacional.
El profesor se inclino y me dio un beso en la mejilla, luego a P, de esa manera se despidió y tomo su camino. Yo bastante asustado recordaba que P me había contando en secreto que el tipo era gay. Sabía que en Argentina me iba a tocar saludar ó despedirme de esa manera, pero para ese momento ya debería estar preparado.
El barrio Recoleta era nuestro destino, por eso tomamos el metro hasta la estación Dorsal. P se burlaba de mi cara de asombro, el aparato iba a 80 Km/h y la gente era respetuosa. Llegamos, era tarde y tenia que llamar a mi casa o enviar un correo ya que no hablaba con Jane desde que estaba en Panamá. Lo único que conseguimos fue un café Internet donde a través del msn les pude mandar un aviso de sobrevivencia a mis papas.
Salimos de la estación del metro y caminamos varias cuadras, los andenes pequeños y los carros parqueados a ambos lados de la calle incomodaban nuestro caminar. Me explicó que estábamos en el barrio universitario, era esa la razón por la que solo veía gente joven, los edificios eran grandes aunque viejos. Después de casi 20 minutos caminando llegamos al instituto, eran dos edificios blancos separados por un patio, descanse en una banca mientras P buscaba a alguien. Poco tiempo después llego con un muchacho, un poco mayor que yo de barba y gorra, su profesor. P me presento como "El guerrillero", me dio risa y le dije mi nombre al muchacho, ella me iba a dar posada por lo cual no debería importarme como me dijera.
Fuimos a buscar la bicicleta del profesor, por el camino probé la sopaipilla (una especie de arepa de huevo sin huevo), entramos a varias facultades, colegios o institutos privados donde pude ver mejor las mujeres chilenas, se me hicieron iguales a la estudiante promedio de la Universidad Nacional.
El profesor se inclino y me dio un beso en la mejilla, luego a P, de esa manera se despidió y tomo su camino. Yo bastante asustado recordaba que P me había contando en secreto que el tipo era gay. Sabía que en Argentina me iba a tocar saludar ó despedirme de esa manera, pero para ese momento ya debería estar preparado.
El barrio Recoleta era nuestro destino, por eso tomamos el metro hasta la estación Dorsal. P se burlaba de mi cara de asombro, el aparato iba a 80 Km/h y la gente era respetuosa. Llegamos, era tarde y tenia que llamar a mi casa o enviar un correo ya que no hablaba con Jane desde que estaba en Panamá. Lo único que conseguimos fue un café Internet donde a través del msn les pude mandar un aviso de sobrevivencia a mis papas.
Finalmente llegamos a la casa, quedaba detrás de otra propiedad por lo que debíamos entrar por el garaje. Las dos perras de la casa me ladraron por unos instantes, pero después se portaron muy bien conmigo (como todo Chile). Nos sentamos en el comedor/patio de la casa a hablar un poco de mí y de la situación política de mi país. Le conté de Millonarios, de Bogotá, de la guerrilla, del narcotráfico, del paramilitarismo y del gobierno, ella tomo posición y yo me acomode a eso. Me dieron de comer.
P vivía con sus padres y su hermana C. Después de explicarme la ciudad en un mapa me cedieron el cuarto que compartían, allí pase mi primera noche en Santiago.
2 comentarios:
Gran travesia por la ciudad del Mapuche.
estamos esperando en la proxima entrega la llegada al Monumental...
HEY! DEFENZOR
ME PARECE BUENA LA SINOPSIS DE TU LLEGADA A TIERRAS AMIGAS ..PERO ESO DE P..DE S DE C...NO SE ..¿?.. MYSTERIOUS....PERO VALE!...ESPERO Q TU ESTADIA SEA GRATA ..TAKE CARE!
OFE.
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