viernes, 10 de octubre de 2008

Los tenían al horno

Me desperté como a las 11, estaba bastante cansado por el ejercicio de la noche anterior. CH ya se había ido a trabajar. Lo primero que pensé al levantarme fue en que esa noche jugaría mi amado Millonarios de Bogota contra el Sao Paulo de Brasil. Me bañe, me arregle y tendí la cama, note la diferencia con la de CH, me sentí orgulloso de mí. Salí a almorzar, dejaba cofico (el barrio donde se ubicaba la casa) para introducirme en el centro, recorrí la Av. Colon hasta que vi un interesante aviso en un restaurante. Era el lugar indicado, el precio de los espaguetis era realmente aceptable, además de venir acompañado por cerveza. Ingrese al restaurante sin pensarlo dos veces y me senté en una mesa junto a la pared, donde pudiera mirar hacia la calle.

Vino el mesero y fue cuando me empecé a dar cuenta de la calidad del lugar donde estaba. Vestía un smoking y me saludo muy amablemente. Le pedí la pasta con salsa napolitana y cerveza Quilmes, me solicito el tamaño de la bebida, se me ocurrió que lo mejor era el litro, el mesero se retiro y me dejo ver el resto del restaurante. Había no más de 10 personas, se me hizo curioso que yo fuera el único joven y mas raro que todas aparentemente tuvieran mayor edad que mis padres. El restaurante además estaba decorado muy bien, tenia un ambiente tranquilo y elegante, me sentí bien de estar allí almorzando tan barato y rico. Cuando acabe el almuerzo todavía tenia la mitad de la cerveza en la mesa, decidí tomármela lo más rápido posible para salir y caminar mostrando orgullosamente mi camiseta de Millos. Pedí la cuenta y me fui sin dar propina.
Salí borracho del restaurante, la cerveza me hizo daño y caminaba por todo el centro de la ciudad nuevamente, me metía por centros comerciales, esquivaba puestos de revistas y a la gente que por allí caminaba, preguntaba por balones y camisetas para comprar, veía discos y edificios, miraba construcciones y protestas, miraba los carros viejos que circulaban y me mostraba por todos lados con mi camiseta de Millos, tratando de que pasará rápido el tiempo. Algunos muchachos, miraban mi camiseta tratando de identificar el equipo, pero por sus gestos parecía que ninguno lo lograba. Camine como dos horas mientras me bajaba un poco el efecto de la cerveza, pero cuando me di cuenta estaba muy perdido, así que decidí meterme a un Cyber (café Internet de por acá) haber si CH estaba conectado, afortunadamente si, así que desde el trabajo me ubicó. Salí y pregunte como llegar al lugar donde mi amigo estaba. Cuando llegue allí, nuevamente caminamos, haciendo la previa de lo que sería el partido. De nuevo en la casa llame a Jane y luego a mi Papá, nos deseamos suerte y prometí hablarle después del partido.

Llegamos al restaurante cerca de media hora antes del partido, nos servimos la cena, esta vez le pedí al señor que también me calentará el arroz, y nos acomodamos en una mesa justo al frente del televisor. Solo quedaba una pareja y un hombre a parte de nosotros y el dueño del restaurante. Comimos rápidamente y acomodamos la mesa con el escudo que nos había dejado el S. Oficialmente declaramos la embajada Millonaria en ese restaurante esa noche. Pedimos 2 litros de cerveza, la pareja se fue, y el hombre se acomodo con el dueño en una mesa al lado de nosotros.

Empezó el partido, Millonarios tenía un sistema bastante defensivo aunque muy táctico, los brasileros nos superaban técnicamente y su juego en conjunto era superior, tenían grandes opciones de gol y nosotros no podíamos tejer las únicas oportunidades de salir jugando que nos daba el rival. El primer tiempo pasó rápido, no recuerdo ninguna llegada de Millos, nos bebimos la cerveza y pedimos otra, comentamos durante el intermedio y aunque estaba muy, pero muy difícil, teníamos fe en sacar el empate. Sao Paulo salio con todo, después del descanso, nos atacaban por todos lados y Millos apenas podía sostener el arco en cero, de vez en cuando atacábamos con varios jugadores, por lo que nos ilusionábamos, seguíamos bebiendo mientras pasaban los minutos, en cualquier momento nos harían el gol.

Minuto 84:


GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL, GOOOOOOOOOOOL, Gol hijueputa!!!!!!! no lo puedo creer, GOOOL , golazo.
Que emoción tan enorme la que sentí, no lo podía creer, gritamos con todo nuestro corazón, nos abrazamos y volvimos a gritar. El restaurante vacío ayudo a que se escuchará mas fuerte y seguramente los vecinos se dieron cuenta de nuestra alegría. Millonarios ganaba en el mítico Morumbi y las lágrimas intentaban salir de mis ojos. Que noche tan maravillosa, una de las mas felices de mi vida.

PD: Me pegue una borrachera memorable!!!

No hay comentarios: