sábado, 11 de octubre de 2008

Despedida con fuegos artificiales

Me levante con un gran guayabo, pero muy feliz, la noche anterior había brindado hasta con mi papá por teléfono. Era mi último día en Córdoba y por eso debería aprovecharlo. Un día lluvioso y gris, en todos los días que llevaba de viaje, era el primero en el que me veía en la necesidad de salir con saco o chaqueta a la calle, hacia frío y mientras CH estábamos esperando el bus, pude ver por primera vez un Remis.
CH decidió llevarme a comer los platos típicos de Córdoba ya que ni siquiera el lo había probado en los meses que llevaba allí. Un muy buen restaurante, de los mejores de la ciudad, los platos eran extraños tanto en nombre como en sabor: Locro y Humita, uno era dulce y el otro salado. Compartimos los platos y me quede con el salado, CH también acepto el dulce, pero finalmente el almuerzo de despedida que invite, no resulto tan bueno como esperábamos.
Durante mis "paseos" por el centro de la ciudad pude ver muchas cosas realmente simpáticas para comprar, sin embargo no lo había hecho por temor a que me dieran en la cabeza al darse cuenta que era turista. La opción que encontré fue esperar que CH estuviese algo desocupado para que me acompañara, y aunque sabia que los dos pareceríamos turistas, estando con él me aseguraría que los precios que me dieran no fueran abusivos. Caminamos por todo el centro y finalmente pude comprar algunas cosas; una maleta y un balón de River Plate (en un muy buen precio).

Ya hiendo para la casa atravesamos la Av Colon, nos dimos cuenta que estaba cerrada ya que había algún tipo de festival, por lo cual los fuegos artificiales estallaban en el cielo. Retumbaban fuertemente, nos quedamos viendo y pensé en mi despedida, ya era tarde en la noche y pronto abandonaría la ciudad, miramos un rato y le comente que seguramente en toda la ciudad sonarían cada uno de los estallidos, era la ciudad mas callada que he conocido en mi vida

Esta misma noche en que yo debía partir con destino a Buenos Aires, llegaba un nuevo voluntario a la fundación y obviamente a la casa, por lo que Diego y Mariana deberían ir a recibirlo al aeropuerto. Cuando llegamos a la casa ellos ya se habían ido, Tim se dispuso a hacer la comida mientras yo alistaba los últimos detalles de la maleta. Ya casi era la hora de partir y no había mas tiempo para esperarlos, Tim me sirvió lo que había preparado, bastante apenado le di las gracias y me lo comí todo. El Remis ya llegaba y no hubo mas tiempo que para una despedida de abrazo y un agradecimiento sincero.
Nuevamente me iría en un bus de 2 pisos por lo que estaba feliz de la pelota, otra vez estaría en el segundo piso para poder disfrutar más de esa experiencia. El viaje duraría 12 horas así que esperaba comida y desayuno en el viaje, al final no me dieron nada. Era hora de dormir, mañana sería un gran día.

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