Es gracioso, CH y yo somos personas que tenemos aficiones específicas y más que jugar al turista ejemplar, lo que nos gusta es conocer y ver cosas y lugares no convencionales. Sin embargo, sin conocer a nadie en Viña y con poco dinero y tiempo nos la jugamos por lo principal. Nuestro primer destino era La Quinta Vergara, lugar más representativo de la ciudad, por ser allí el escenario de presentación de los mas importantes artistas locales e internacionales en el festival de la canción de Viña del Mar, seguro ustedes lo abran escuchado nombrar alguna vez. Era una especie de parque, tenia muchos árboles sembrados y caminos que separaban los diferentes jardines. Lo primero que nos encontramos fue una gran construcción; era la Quinta, un edificio enorme pintado de blanco (hueso) de estilo colonial, al seguir avanzando encontramos un árbol de muchos años que contaba algo de historia. Finalmente pudimos ver el monstruoso coliseo que rodea al escenario y reúne a miles de aficionados a ver a sus artistas predilectos. Definitivamente era mucho más grande de lo que pudiéramos llegar a imaginarnos. A la salida no pude dejar de notar una señal de transito en la cual un perro hacia popo, la leyenda que la acompañaba era: “NO DEJAR FECAS DE ANIMALES EN LA VÍA PUBLICA”
Salimos de la Quinta y como teníamos el “chingue” debajo del pantalón, era momento de dirigirnos al mar, para lograrlo deberíamos tomar algún bus que nos llevara directo por toda la avenida en la que estábamos. El día era soleado, bastante, tal vez por eso me deje convencer de CH y camine junto a él las 20 calles que nos separaban hasta el Océano Pacifico. La ciudad me inspiraba esa sensación tropical que viví cuando fui a Santa Marta de pequeño, pero la diferencia era la ausencia de calor (por aquello de la existencia de las estaciones), así que pudimos caminar sin mayor dificultad. Faltando aproximadamente 2 cuadras para llegar, lo pude ver, era El Pacifico. Se veía increíble, infinito. Por estar mirándolo, casi me pierdo otro de los símbolos representativos de la ciudad: El reloj. Esto es un jardín de lo que supongo serán las mejores flores de la región donde, están ubicadas de tal manera que para el publico en general sea considerado como el reloj de la ciudad. La verdad no me llamo demasiado la atención, o por lo menos no más que para sacar una fotografía para el recuerdo.
Lo importante era el mar, cada vez nos acercábamos más y quizás por la ansiedad esta vez si sentí calor, tenía muchas ganas de meterme de cabeza y disfrutar de algo que casi siempre vemos en películas. La playa era pequeña, al menos en ese sector, había pocas personas y ningún turista, creo que escogimos la playa equivocada. Entramos a unos baños públicos para alistarnos, eran realmente asquerosos, me hicieron acordar los de la tribuna sur en el estadio "El Campin". Me deje los tenis puestos para no quemarme los pies, nos instalamos cual sueco en el Tayrona, pero antes de meternos al mar, observamos cuidadosamente la escena: la gente que caminaba por allí lo hacia en jean o con chaqueta, había un grupo de niñas haciendo visita como si hubiesen acabado de salir de clase y estuvieran sentadas en un parque, era raro, justo detrás de nosotros paso un hombre con vestido y corbata.
Bueno señores al mar. Me quite los tenis y pise la arena. Estaba fría, que raro. Hace muchos años visite Santa Marta con mi familia y recordaba que no se podía caminar descalzo. El calentamiento global nos tiene jodidos. No le puse atención, empecé a caminar lentamente, di tres pasos dentro del gran Pacifico, sentí algo, las piernas me dolieron, los huesos me dolieron, nunca había sentido algo así, estaba realmente sorprendido, el agua estaba terriblemente fría, como pude salí corriendo de allí. CH se rió de mí por que el se había metido antes y no me había dicho nada, lo volví a intentar, esta vez metí la mitad de mi cuerpo, pero nuevamente salí disparado, esta vez frotándome las espinillas tratando de proporcionarles algo de calor. No lo podía creer, me dolían los huesos como nunca antes lo había sentido. CH y yo nos miramos, no lo podíamos creer, llevábamos casi 2 horas caminando bajo el sol y ahora que teníamos el mar para refrescarnos, no lo podíamos disfrutar. La decepción era evidente, sin embargo no nos íbamos a rendir, nos alentamos uno al otro y lastimamos nuestro orgullo. Primero fue CH, se zambullo justo cuando una ola lo iba a golpear, se notaba que este se la pasaba viajando y sabia como era la vuelta. Decidí hacer lo mismo, camine hasta tener la mitad del cuerpo adentro del mar, y justo cuando tenia la ola encima me le mande, desafortunadamente mi técnica era precaria e improvisada, por lo que di dos vueltas, cuando me pude parar salí corriendo, el dolor en las costillas era increíble, el agua estaba demasiado fría para mi. Me cobro factura haber nacido en un país tropical.
No teniendo mas opciones nos dedicamos a las fotos con el escudo de Millonarios y a escribir en la arena mensajes para las novias y para el equipo. No había mucho mas que hacer, nos vestimos y nos fuimos. Esta vez no caminaríamos, tomamos un bus y en poco tiempo ya estábamos nuevamente en el terminal de buses tratando de conseguir el pasaje mas barato por ser estudiantes, fracasamos. Comimos algo y en un bus similar al anterior recorrimos nuevamente el país a lo ancho hasta Santiago.
En el terminal de Santiago compramos una torta como regalo para P y C, era nuestra última noche por lo que queríamos tener un detalle con ellas. Llegamos a su casa y descansamos un poco, nos sacamos la arena que aún teníamos y nos alistamos para salir. La elección Jammins; el bar de reggae que habíamos visto anteriormente, salimos de allí a las 5 AM
1 comentario:
Good good good......
Publicar un comentario